babucigus

sábado, 3 de mayo de 2008

Artículo


Como es costumbre, nuestro querido Antonio nos vuelve a sorprender con su articulo mensual.
Te agradecemos siempre estos ratitos.-
¡ Viva el Mistolobo!
Gracias Antonio.-
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PONGA UN MISTOLOBO EN SU VIDA

Hace ya bastantes años que la gente anda muy preocupada por salvaguardar al Lince Ibérico. Cierto es que se encuentra en un lamentable estado de existencia y su extinción le persigue de la misma forma que al común de los mortales la subida del euribor (a este paso los que vamos a extinguirnos de tanto susto bancario vamos a ser nos los pobrecitos hipotecados). Pero lo cierto y verdad es que todo el mundo habla del Lince Ibérico y nadie le ha prestado atención a un animal que se ha extinguido de nuestra habitualidad y que no es otro que el Mistolobo.
Cuando yo era un chaval (y no me jodan que no hace tanto tiempo), en todas las calles de nuestras ciudades o pueblos, habían dos o tres casas que tenían mistolobos. El mistolobo era una cosa tan española y tan nuestra como la funda del televisor, los toritos decorativos de plástico o las flamenquitas de Marín que tanto han hablado de nuestra esencia. El que tenía un mistolobo tenía algo especial. El mistolobo era la esencia canina de nuestro país y un sueño al alcance de muy pocos. Mi amigo-primo Emilio tenía uno que se llamaba Rintin (de rintintin) y había que amarrarlo para que nos dejara entrar en su casa, enseñaba los dientes más que Ronaldinho.
El mistolobo desapareció de nuestra vida y de nuestro lenguaje y nadie dijo nada, se perdió de la noche a la mañana y los verdes (los de las películas porno, no, los otros) no han hecho ninguna manifestación para reivindicar su pérdida. El mistolobo fue remplazado por el pastor alemán, pero no tiene nada que ver. Los pastores alemanes, desde que desapareció el mistolobo, están como amariconados, vaya, como que parecen perritos vulgares y nada fieros.
Y dio la puñetera casualidad, que mientras se perdía el mistolobo, también se iba perdiendo uno de los elementos que más hambre quitó en la posguerra y que era tan consustancial a nuestro entorno como la existencia de las “titas”, las primas y los compadres. Me refiero a las tiendas de ultramarinos o de conveniencia, maravillosos lugares donde uno iba a comprar lo urgente y necesario, perfecta herramienta para el equilibrio de las economías domésticas y lugares de misericordia callada que tanto ayudaron a llegar a fin de mes.
En las tiendas de ultramarinos, o mejor, “ancá la jilguera”, “Juaquina”, la milagrosa, “ancá la peita”, “ancárpichilo”, “ancá pedrito aguiá” o en los infinitos y bellísimos nombres de nuestro vulgo lenguaje que las denominaban, se compraba despacio y se despachaba milimétricamente. Palabras como “ponme la mita der cuarto” ó “trescuartoskilos” ó “una mijita más der medio” se han ido de nuestro lenguaje y de nuestro hábito calladamente, irremediablemente, penosamente…
¿Y el payá y pacá de las lenguas mientras se esperaba el turno? Yo recuerdo que cuando entraba “ancá la jilguera”, la tienda que me correspondía por cercanía, todas las mujeres se callaban y decían al unísono, despacha a antoñito primero que tendrá prisa. Que coño prisa ni prisa, que no querían que me enterara de lo que andaba “roando” por la tienda. Que miedo más grande encontrarse en esas lenguas que tenían por hobby intentar irse la última para no llevarse ellas también el refregón de las que se quedaban.
¿Y el pago? “ma dicho mi madre que lapunte, quer sábado viene ella ajustá cuenta”. Cuentas irreprochables en papel de estraza del “cuartoymitá” y en apunte de libreta de gusanillo graseada por las manos del tendero. Aquellos cuadernos del primer cajón del mostrador que tanta hambre llevaban apuntados, memoria de lo perdido, fueron verdaderos artífices de nuestra economía primaria y de habernos hecho hombres y mujeres modernos, sin memoria, sin costumbres, sin mistolobos y ahora sin dinero a final de mes; igual que en la posguerra.
Y esa frase tan exclusivamente agradecida que decía: “bien despachao, dile a tu madre que va mu bien despachao”, en un peso de Montaña, con la bola del mundo en las espalda del atlante y con la burbuja del equilibrado aplastada en la pared del contrapeso… Quien nos iba a decir que el logo de básculas Montaña, el del tío con la bola del mundo a cuestas, iba a representarnos a todos nosotros tan divinamente, vaya la bola del euribor, y del gasoil, y de la modernidad que nos han metido a todos por “ahí, macarena…”
Y en silencio, como se sufren españolamente las almorranas (que no se puede tener un nombre más feo y un sitio más incómodo), nuestras tiendas se fueron y nosotros nos entregamos a la modernidad absoluta de “llenarcarrito en er carrefú”
Ahora estamos tiesos como la palanca de un “dodgedart” pero entendemos de jamón sin polifosfatos, de leche omega tres semidesnatada con oligoelementos y soja (tiene cojones beberse eso), de pasta quebrada, de raglette de queso, de salmón ahumado, de paté de oca trufado más que el mismísimo José María Arzak. Estamos tiesos pero nos gastamos lo que no tenemos en comer lo que no terminamos que nos guste. Estamos tiesos pero nos gastamos mil euros en un perrito “charpei” de la china imperial al que tenemos que comprarle comida especial para “charpeis” y llevarlo a un veterinario especialista en “charpeis”. Estamos tiesos pero me tengo que apuntar al Real Club del no sé qué y comprarme ropa para ir al Real Club, además de jugar el campeonato que organiza la sección de Tenis del Real Club para el que me tengo que comprar una raqueta (¡¡¡de marca gorda!!!) para ronear en el Real Club del no sé qué.

-¿Y ahora que ya no hacen ampliación de la hipoteca, como se paga todo esto?
- Pues buscando un buen mistolobo para asustar al que quiera venir a cobrar las trampas a casa…

¡¡Ea!! Y la crisis sin venir…
Antonio Castaño Juncá

1 comentarios:

  • A las 13 de mayo de 2009, 19:36 , Anonymous manuel garcia ha dicho...

    ESTE ES MUY BUENO ES QUE EL DIA DE LA BODA NO ME ACORDABA DE ESTE PERO ESTE ES DE ARTE¡¡¡

     

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